lunes, 8 de julio de 2013

La pluma

Una pluma, para que escribas me dijo. Negra y esbelta, de trazo suave y azul, con olor a verano y libertad, con unos detalles en plata, y unos cartuchos de tinta para contar. A mi me costaron las palabras de agradecimiento, no por desagradecido, sino por miedoso. Aceptar esta pluma, con la que aun busca el equilibrio mi mano, fue aceptar el destino que ella con gracia había envuelto en un estuche de lata. Finalmente sonreí y la bese, aceptando que yo era su regalo, comprendiendo que ella hacía las historia para que yo las escribiera.