La luz blanca de un sol tímido, escondido entre faldas de
nubes. En frente una dama de cemento, señora de unas cuantas décadas que se
divierte haciendo hombre a sus señoritos.
Por un camino encerrado en mar resuenan los pasos de bestias
libres, porque libre es el viento que cruza el camino y despeina a sus
corazones sedientos.