Sed, beberé el jugo eterno por tu piel,
la música serán nuestros gritos,
pobres animales de pecado y miel,
tiemblas, hay arte y pasión en el mito.
Hambre de años, de siglos prohibidos,
condena de alimentarnos de esencia
y tras los ojos un deseo dormido,
ángeles desmenuzan la decencia.
Lujuria, los cuerpos desaparecen,
manos y aliento ya desesperados,
marea imparable de carne ardiente.
Noche trastornada de estrellas negras,
desato una bestia que lucha y vive,
devorándose en su última cena.