No soy responsable de esta
tormenta de estrellas
no soy cómplice en la lucha
celestial
no soy el confidente de amores
lunares,
ni en mi oído susurra su
nostalgia de luz
no te espero abatido
no soy garante de la sed de
besos del desierto
no soy abrigo de las flores en
otoño
no soy el detonante de la
tempestad de los mares
ni acompaño a Dios en su eterna
soledad
no te espero atormentado
pero aquí estoy, con mi pecho
abierto,
con mi melancolía violeta,
con mis manos maduras de
caricias,
con mi pluma florecida de
versos
si te cruzas por mi camino
te enseñaré
las postales de Atlántida en
blanco y negro,
que aún conservo
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