domingo, 21 de junio de 2015

Limón

Gota a gota,
sin demora,
casi imperceptiblemente,
pero incesante,
pero insaciable,
casi insensiblemente,
sin prisa,
paso a paso.

Una mañana encontré los besos
junto a unos labios fríos,
los últimos espasmos desparramaron
los añicos de papel al cielo,
y decidí
desvestir ciudades de cobardes ilusiones,
arranqué mis rodillas de la arena de aquel reloj
donde pervertía las horas,
y torturaba los segundos,
donde había quedado encerrado
lo insumiso y
lo silencioso de dos miradas
que hurgan más allá de sus pupilas incendiadas,
donde incansablemente subían
las mareas.  

No hubo un de repente,
ni un preparados,
nadie me avisó,
nada,
todos se callaron,
ni un atentos,
no hubo más.

Despegué la carne del arte,
descolgué mis manos del subterráneo,
sumergí los cabellos en viento,
inundé mis tímpanos de sol,
derramé  mis ojos de sinfonías,  
y así, súbitamente,
nació el Universo
del corazón seco de un limón.

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