domingo, 25 de enero de 2015

Cartas de un desconocido

Mientras espero que acabe el mundo, escribo cartas de despedida a gente desconocida. Busco en una guía telefónica una dirección al azar, como todo en esta vida, elijo un nombre común, sin matices, para mí es sólo un destinatario: Marta García Fuente, Antonio Pérez Guerrero, Azucena Martínez Gil… Los trato con cariño como si los conociera de toda la vida, les hablo de tú, a veces les pido disculpa por no haberles escrito antes, han pasado tantos años. Les pregunto por cómo está la familia, cómo va el negocio con estos tiempos tan difíciles. Les cuento un poco de mí, que he perdido el trabajo, pero no te aflijas querido o querida, ya saldrá algo mejor. Les cuento que me acordé de ellos gracias a un álbum de fotos que recuperé en la mudanza, ahí estábamos, sonriéndole a las cámaras en algún cumpleaños, o fiesta de fin de año, o un día cualquiera, éramos felices. Sí, me mudé, no podía seguir pagando la hipoteca, y antes de ser noticia preferí dejar todo lo más limpio y ordenado posible, me educaron para ser responsable, por eso busqué algo más barato, una habitación pequeña desde donde volver a empezar. Está siendo difícil, poco a poco.
Me invento una vieja anécdota de cuando nos frecuentábamos, en el instituto, la facultad, o del barrio donde vivíamos, les digo, no te acordarás pero a mí sigue sacándome una sonrisa esa historia, falsa, por supuesto. Les pregunto también por amigos o conocidos en común, qué será de la señora Margarita y su afición de mirar por la ventana, siempre nos espiaba, aunque todos lo sabíamos, éramos sus sospechosos consentidos, o del Profesor Ramón y su irreductible bigote matemático, ¿te acuerdas? Les doy gracia por todos esos momentos que ahora recuerdo con nostalgia, aunque nunca sucedieran. Líneas más abajo, después de tantos recuerdos inventados, dejo de fingir, les confieso la verdad, pienso suicidarme, ya no tengo ninguna esperanza en esta vida, no tengo fuerzas, llevo triste muchos meses. Mi mujer me abandonó y se llevó a los niños, mi familia no quiere saber de mí, mamá está muy viejita y con Alzheimer, no me reconoce, y papá murió hace años. La vida era feliz antes, cuando eramos jóvenes, cuando nos veíamos, les digo, fuiste un gran amigo o amiga, un gran amor. Siempre te recordaré. Adiós.

Desde que empecé con mis cartas de despedidas, hace algo más de dos meses, me han devuelto 4 por no tener remitente, otras 8 no han tenido respuestas, sólo una tal Sofía Espinoza Ortiz se acuerda de mí y me ha pedido que no cometa una locura, me ha contado un poco de ella, también está separada,  me ha propuesto vernos otra vez, como si fuese la primera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario